Let's go living in the past

Para Liam.

Do you still remember

December's foggy freeze?

when the ice that

clings on to your beard

is screaming agony.

Spin me back down the years

and the days of my youth.

Draw the lace and black curtains

and shut out the whole truth.

Spin me down the long ages:

let them sing the song.

En los cuatro años que llevo en España tuve la suerte de cumplir muchos de mis sueños sesenteros-setenteros. Pude ver a —o lo que queda de— Queen, Roger Waters, Paul McCartney, Sting. Me debo aún a los Rolling, Yes, Zeppelin, Deep Purple y Peter Gabriel. Pero por lo pronto ayer a la noche, tuve el gusto de oír en vivo al Flautista de Hamelin y sus niños a.k.a Jethro Tull.

Los niños, algunos rondan la sexta década de vida y la cuarta de obra, estuvieron fenomenales. El Flautista, por supuesto, no decepcionó a nadie. Si no le exigimos que su voz siga cantando al nivel que lo hacía en los discos de los setenta, por supuesto, su flauta y su fuerza en el escenario siguen encantándonos. Menos cuando interpretan todo el Aqualung y el Thick as a Brick, así, de corrido y sin anestesia. O cuando siguen reinventando versiones del Bourrée de Bach o un compendio jazzero de obras de Moz Art. Menos cuando suenan como una verdadera orquesta en el escenario. Orquesta capaz de conjugar rock, música clásica, jazz y folk céltico, en esas canciones larguísimas que sin embargo nunca se hacen eternas. Terminar, además, con un bis llamado Locomotive Breath es el mejor regalo que podían dejar en Barcelona. Desde acá, seguiremos envenenados con el sonido de la flauta, marchando al compás de su sonido dulcemente macabro, always living in the past.