Gajes del oficio a.k.a caracterización de personajes III
M. es la única catalana que trabaja con nosotros. Bueno, que trabajaba. M. no había estado nunca en un restaurant. Como yo, siempre había padecido la tiranía de las cafeterías, nunca se había sometido a la dictadura del plato principal y las guarniciones. M. sentenciaba tajante al final de cada jornada que «el sitio donde trabajamos es un lugar de pijos». Y que no le gustaba para nada. M. me trataba de «niño» si yo me portaba bien y de «mozo» cuando le dejaba la barra desmoronándose por el caos. También me llamaba de «tío» —seguimos con líos freudianos— aunque a veces, como P., soltaba un «Mauri». Supongo que por mi cara se daba cuenta inmediatamente que no estaba diciendo bien mi nombre e intentaba rectificar en un perfecto italiano: «Fabrizio». M. me trataba muy bien, aunque sospechaba que yo era un «desorden en persona». Si se hubiera quedado un fin de semana más, lo hubiera confirmado. Al conocerme, estaba convencida de que yo era catalán, hasta que me escuchó hablar en español: «claro, si no fuera por ese acento argentino que tienes al hablar español, ni se te nota lo de extranjero cuando hablas catalán». M. renunció a las dos semanas. Como la mujer que lavaba platos antes de P., que se fue a la semana de haber abierto. No aguantaron. Dos semanas, dos renuncias. No está nada mal. M. Fue sustituida por otra M. que también es catalana y que tampoco trabajó en un restaurant nunca. Que Yahveh, Alá y la Santísima Trinidad nos protejan.
Etiquetas: laborales
5 Comments:
Y Buda también, señor, y Buda también. ;-)
happy birthday???
se
bueno besos...
Yo conozco a M. de la biblioteca. Aunque nunca hemos hablado ni siquiera nos hemos saludado, espiaba lo que estaba estudiando. Enología. Pegar si que pega en el restaurante, aunque tiene razón en que es un sitio de pijos. Suerte de los empleados, que lo salvan.
Bueno, la M. que vos conocés es la nueva :-))
me encantan estas caracterizaciones Bachis!
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