chiquilín de bachín

—El mundo es la suma del pasado y de lo que se desprendió de nosotros— Novalis

martes, marzo 13, 2007

Sobre teoría literaria (II)

5. A los pasajeros marxistas, en cambio, les interesa la Historia del automóvil y buscan afanosamente documentación que le concierna, el permiso de circulación, etc. Quieren saber en qué fábrica fue construido el automóvil, cómo, por qué y en qué año: además, les interesa saber cómo la fabricación de automóviles se relaciona con otros procesos industriales y los refleja. Asimismo, algunos pasajeros, con la guía foucaltiana en la mano, intentan establecer la posición del coche en relación con la red de carreteras en la que se encuentran y señalan cómo, por muy grandes que sean los esfuerzos del conductor, no puede salirse de esta red viaria.

6. Los pasajeros psicoanalistas se pasan el viaje observando el coche y su trayectoria en relación con el comportamiento del conductor. Anotan la manera cómo el conductor agarra —¿acaricia?— el volante, cómo mira por el retrovisor, cómo coge —¿suave, violentamente? el cambio de marchas. Tras parar el automóvil, invitan al conductor a tumbarse en el asiento trasero y le interrogan sobre su familia, su infancia, y acaban descubriendo que sus costumbres y fallos de conducción tienen raíces inconscientes, sexuales. Proclaman que el coche no es más que una proyección fálica de temores no asumidos, de deseos insatisfechos, una manera de superar un complejo de castración —surgido quizá cuando papá se negó a dejarle el Seat 600 para llevar a mamá a la playa—.

7. Los pasajeros siendo en estaso todos ellos miembros del movimiento pro-pasajero, se empeñan en importunar al conductor dándole consejos. Sentados detrás y delante, reclaman su derecho a conducir el coche. Algunos, los moderados, están dispuestos a negociar con el conductor la ruta, las paradas, etc. Otros, los más militantes, oligan a bajar al conductor y, tras sustituir algunas piezas y cambiar de dirección, se apoderan del coche y lo llevan a donde les parece más conveniente, guiados por su intuición y fervor de pasajeros.

8. Sería improcedente terminar esta relación sin mencionar a los pasajeros feministas, que llevan años reclamando su derecho a subir y a conducir el coche. Conscientes de su larga exclusión del transporte automovilístico autorizado, y del dominio masculino en las carreteras, suelen adoptar dos posturas: o redescubren modelos de automóvil y redes de carreteras hasta ahora ignorados, reivindicando una identidad distinta de dominiante, o suben al coche previegiado y se quejan del sexo del conductor —masculino—, del modelo del coche —falocéntrico— y del itinerario del viaje —planificado por una consciencia patriarcal—. Hartas de permanecer subordinadas y marginadas en los asientos traseros, echan al conductor, se apoderan del coche, cortan el tráfico y, como símbolo de su rechazo de la opresión machista, rocían de gasolina el automóvil y le prenden fuego.

Barry Jordan, «Un viaje por la teoría literaria», Quimera, 51.

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1 Comments:

At 12:09 a. m., Blogger Sol! said...

Y si el pasajero es mujer, militante, marxista y cree en the talk cure... Qué merengue, ¿no?

Lindo post :)

 

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