chiquilín de bachín

—El mundo es la suma del pasado y de lo que se desprendió de nosotros— Novalis

lunes, agosto 06, 2007

Sordid(h)eces

Entremés para dos neoyorkinas y un porteño.

Las chicas neoyorkinas de la doble 401 se van al día siguiente y quieren pagar esta noche. Una es muy seria, habla español con acento puertorriqueño; la otra es feliz sin tapujos, sólo habla inglés. La seria me hace preguntas sobre cuánto tiempo y dinero les costará llegar al aeropuerto. La feliz se acuesta en el sillón de espera del lobby, empieza a sacarle fotos al hotel y a pronunciar sonidos guturales, inteligibles y poco frecuentes entre el resto de los mortales con facultades que no son íntegramente inconscientes. La seria me cuenta que en realidad su acento no es puertorriqueño, aunque todo el mundo así se lo indique, sino que sus padres eran catalanes diplomáticos en N.Y. y por eso sabe hablar español. La feliz cambia de objeto pictórico y decide tomarme a mí como modelo. Impulsivamente, se coloca detrás de la recepción a mi lado y pide a la seria que nos saque una foto, a la vez que pronuncia el siguiente vocativo (léase con un tono ligeramente ebrio y un español yanquilizado): «guaaaaapppo». La seria me cuenta además que vivió en São Paulo, a lo cual yo me hago el langa contestándole en portugués. La feliz sentencia, con el mismo tono y acento arriba citados: «Yo hablo la lengua del amoooor».

Ambigüedad australiana

A las cinco de la mañana, después que las discotecas cierran, entra la australiana de la superior 410. Llama al ascensor y sube. Atrás viene lo que un amigo mío llama un españolito de a pie. El tipo entra, cigarrillo en mano, y pregunta: «Oye, ¿tú no sabrás si es tío o tía, verdá?». Le pido que apague el cigarrillo. Le contesto que no puedo saberlo, porque en la ficha del cliente no aclara su sexo, pero su nombre parecía ser de mujer. «Porque si llega a ser tío y estoy toqueteando ahí yo... y luego encontrarme con el marrón, ¿sabes?...», me dice, a lo que yo, todo un experto en el asunto, le contesto: «Habrá que arriesgarse». «Claro, pero tú porque ere ajentino...». Finalmente decidió arriesgar. Nunca sabremos si encontró el color que buscaba evitar a toda costa.

Favor carioca

El joven fisicoculturista y metrosexual brasilero de la suite 603 se acerca, pide que le llame un taxi y empieza a tirarle onda a su compatriota, i.e.: eu. Me cuenta que vive en Rio de Janeiro y que va a estar de vacaciones por dos semanas más en Ibiza. Tiene, indefectiblemente, mucha plata. Me cuenta que ayer tardó una hora y media en conseguir un taxi para volver al hotel. Me cuenta que sospecha que su condición de preto y bicha tendrían mucho que ver. Me pregunta por el nombre de un local. Pregunto si es un bar. Me devuelve un flyer con el nombre del local. El flyer, notablemente, presenta una forma fálica explícita, clarita e inequívoca. Adentro contiene fotos de muchachos pasándoselo bomba. A las siete de la mañana, el joven regresa con un señor ligeramente obeso que le da quinientos euros para subir con él a su habitación. Convengamos que el joven se merecía algo mejor. Los taxis no lo favorecieron esta noche tampoco.

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5 Comments:

At 2:53 p. m., Blogger Ruth said...

Y la de cosas que verá a lo largo de los meses -si dura-.
Ahora pregunto: ¿qué tiene que ver que fueras argentino? ¿Insinúa que la cosa por aquí es "lo que venga"? Chiquilín, defienda su honor!

 
At 7:11 p. m., Blogger Ana no duerme said...

Amo tus historias de hotel

 
At 4:33 a. m., Blogger melquíades said...

Sé que sonaré egoísta, pero cada vez que leo las historias espero francamente que no cambie de trabajo, don. :)

abrazo!

 
At 10:33 a. m., Blogger Ana Flor said...

Las historias del video club al lado de las del hotel, un poroto.

Me encanta como cuenta las cosas, se lo había dicho alguna vez?

Saludos!

 
At 4:59 p. m., Blogger Pilikina said...

Siempre me gustó el nombre de un pub de "entendidos" de BCN que se llama Satanasa.
Muy interesantes y variadas tus historias.

 

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