chiquilín de bachín

—El mundo es la suma del pasado y de lo que se desprendió de nosotros— Novalis

domingo, diciembre 18, 2005

Máter España I

Chusco y legaña
de todas o ninguno,
tricolor bandera blanca,
Millán Astray, Unamuno,
cervantina cojitranca
de áspero pasado
¿quién me ha robado
el siglo veintiuno?

Joaquín Sabina, Máter España

12 de octubre de 1936 en el paraninfo de la Universidad de Salamanca. El profesor Francisco Maldonado [...] pronuncia un discurso en que ataca violentamente a Cataluña y al País Vasco, calificando a estas regiones como

Cánceres en el cuerpo de la nación. El fascismo, que es el sanador de España, sabrá cómo exterminarlas, cortando en la carne viva, como un decidido cirujano libre de falsos sentimentalismos.
Alguien grita entonces, desde algún lugar del paraninfo, el famoso lema «¡Viva la muerte!». Millán-Astray responde con los gritos con que habitualmente se excitaba al pueblo: «¡España!»; «¡Una!», responden los asistentes; «¡España!», «¡Grande!», [...]. Después un grupo de falangistas ataviados con la camisa azul de Falange hacen el saludo fascista, brazo derecho en alto, al retrato de Franco que colgaba en la pared. Unamuno, que presidía la mesa, se levanta lentamente y dice:

Estáis esperando mis palabras. Me conocéis bien, y sabéis que soy incapaz de permanecer en silencio. A veces, quedarse callado equivale a mentir, porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia. Quiero hacer algunos comentarios al discurso —por llamarlo de algún modo— del general Millán-Astray que se encuentra entre nosotros. Dejaré de lado la ofensa personal que supone su repentina explosión contra vascos y catalanes. Yo mismo, como sabéis, nací en Bilbao. El obispo [Unamuno señala al arzobispo de Salamanca], lo quiera o no lo quiera, es catalán, nacido en Barcelona. Pero ahora acabo de oír el necrófilo e insensato grito «¡Viva la muerte!» y yo, que he pasado mi vida componiendo paradojas que excitaban la ira de algunos que no las comprendían, he de deciros, como experto en la materia, que esta ridícula paradoja me parece repelente. El general Millán-Astray es un inválido. No es preciso que digamos esto con un tono más bajo. Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes. Pero desgraciadamente en España hay actualmente demasiados mutilados. Y, si Dios no nos ayuda, pronto habrá muchísimos más. Me atormenta el pensar que el general Millán-Astray pudiera dictar las normas de la psicología de la masa. Un mutilado que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes es de esperar que encuentre un terrible alivio viendo cómo se multiplican los mutilados a su alrededor.

En ese momento Millán-Astray exclama irritado «¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!», aclamado por los falangistas. El escritor falangista José María Pemán, en un intento de calmar los ánimos, exclama: «¡No! ¡Viva la inteligencia! ¡Mueran los malos intelectuales!». Unamuno, sin amedrentarse, continúa:

Éste es el templo de la inteligencia, y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir, y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España. He dicho.

Hugh Thomas, La guerra civil española, 1961.

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3 Comments:

At 1:14 p. m., Blogger laura said...

Confieso que siempre me dió miedo la mutilación.
Sin dudas la mutilación mental debe ser de las peores. La física es cruenta, la otra, lastimosa.


Hace no muchos meses estuve en el MNBA viendo una muestra de la publicidad española durante la Guerra Civil, y me llamó poderosamente la atención que convocaran a sus hombres a cultivarse.

A ver un momento... voy a buscar algo.
Ya está, lo encontré:

-"El analfabetismo ciega el espíritu"

-"El ignorante forja sus propias cadenas"



La muestra pertenece a la Fund. Pablo Iglesias.

 
At 1:43 p. m., Blogger Ruth said...

Excelente la muestra que cita Alicia en el país, aunque fuera sólo una pequeña parte del corpus de afiches que se imprimieron a lo largo de la GCE. Esta anécdota me moviliza especialmente porque es una de las que mi viejo me contaba siempre cuando le pedía que me hablara sobre la Guerra Civil. Yo me la imaginaba, a los 8 o 9 años, como si fuera la escena de una película. Ese "¡Viva la muerte!" parece que siguiera resonando todavía.

 
At 11:07 p. m., Anonymous Anónimo said...

Se me pone la piel de gallina cuando lo leo. Ese"¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!" parece de ciencia ficción... Espantoso.

Fue Unamuno el de aquel "Vencerán, pero no convencerán" ¿no?

Muy bueno el post, señor. Un abrazo enorme. ;-)

 

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