Gente grossa que anda por Buenos Aires
perdido en esta inmensa ciudad,
en una rueda mágica.
Agradezco, públicamente en el conventillero a.k.a. marujero mundo blogger:
· Un desayuno en pleno Corrientes y Callao con la coqueta y rabiosa Minerva, mi judía antisemita favorita, ahora ya considerada oficialmente como mi amor porteño imposible.
· Un almuerzo top con sweet Mer en pleno Palermo, en un restaurante cuyo chetaje era digno de Barcelona, cuyas paredes fueron testigo de cómo le sacamos impunemente el cuero a la RAE y demases instituciones académicas.
· Unos tostados con Ling en el caótico infierno de Florida, acompañados de reflexiones sobre la UBA y Les héritiers.
· Una legendaria zapi en Corrientes con el austereano y sabinero Juancito, quien me dio la mejor definición de Perón (dice que es "una entelequia") y con quien corrimos colectivos bajo la lluvia y sobre los charcos de las baldosas flojas.
· Una caótica noche de tormenta de verano con la divina doña Cata, la jefa, en nuestro rioba, cuyos restaurantes se quedan fácilmente sin aire acondicionado, luz, y, a veces, cocina, pero tienen onda.
· Un almuerzo con regalitos recíprocos con ficcio, el profe, y nuestra torpe incapacidad de pasar dos minutos sin hablar de política.
Gracias por haberme demostrado que todavía puedo hacer amigos nuevos en mi ciudad. No saben cuánto alegra ver que hay gente como ustedes circulando por ahí.
Etiquetas: autobiográficas, viajes