Cadaqués, en el fiel del agua y la colina,
eleva escalinatas y oculta caracolas.
Las flautas de madera pacifican el aire.
Un viejo dios silvestre da frutas a los niños.
Sus pescadores duermen, sin ensueño, en la arena.
En alta mar les sirve de brújula una rosa.
El horizonte virgen de pañuelos heridos
junta los grandes vidrios del pez y de la luna.
Federico García Lorca, Oda a Salvador Dalí
El asunto era que yo ya había estado en Figueres hacía tres años, en el museo que el mismo Salvador Dalí se construyó a sí mismo en su pueblo natal y donde pidió que lo enterraran. Pero mis amigos no. Así que después de pasar una muy fría noche a los pies del Pirineo, en el pueblito de Olot, arrancamos para el norte, tirando para la costa. En el museo de Dalí no hay muchas obras suyas, creo que la mayoría están repartidas entre N.Y, París y el Estado español; pero las salas adornadas por él mismo están buenísimas. En la Sala Mae West hay una reconstrucción que hizo un artista catalán del cuadro homónimo que está en Chicago: la sala se transforma en la imagen del cuadro. El Retrato de Lincoln y la Galatea de las esferas son los originales más famosos que se conservan ahí. También hay mucho material de su juventud.
Por la tarde nos fuimos finalmente a Cadaqués, donde está la casa en la que él vivió con Gala su vejez. La verdad es que es mucho más interesante que el museo. Acá se ven la ventana que daba al Mediterráneo y un sofá-labiocarnosodemujer.
Lo más curioso fue ver la habitación con la cama matrimonial separada en dos individuales y un baño para cada uno. El taller de trabajo de pintura era surrealista con todas las letras y lo acompañaban un retrato de Stalin y otro de Felipe IV. Pero algo que uno no pensaría encontrar en el living de Dalí son dos mates...¿no?
Etiquetas: viajes
3 Comments:
Y del Palacio del Viento que me dice?
Recuerdo esa tarde en Figueres como si fuera ayer. Me quedé impactada con el exterior del Museo, repleto de panes y huevos, a cuento de qué?
Gala y Dalí no podían tener hijos y eso representaba la fertilidad y la familia.
La sala de Mae West me encantó, sobretodo la anécdota non grata de que casi me quiebro un pie subiendo por la escalerita hacía la mirilla que me hubiera de representar el cuadro en cuestión.
Me encanta volver a esos lugares, y sólo cerrando los ojos...
Un beso y qué disfrute las fiestas!!!
Menos mal no podían tener hijos, ese niño hubiera sido un desequilibrado.
Thank you!
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