chiquilín de bachín

—El mundo es la suma del pasado y de lo que se desprendió de nosotros— Novalis

martes, julio 27, 2004

Ficciones?

'Dahlmann pudo sospechar que viajaba al pasado, y no sólo al Sur...'

Jorge Luis Borges, 1956

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5 del pueblo quieren saber de qué se trata

Hay tantas cosas, yo sólo preciso dos: Mi guitarra y vos.

¡Que viva la ciencia, que viva la poesía! ¡qué viva siento mi lengua cuando tu lengua está sobre la lengua mía!...

Estás conmigo, estamos cantando a la sombra de nuestra parra, una canción que dice que uno sólo conserva lo que no amarra, y sin tenerte,  te tengo a vos y tengo a mi guitarra. 

Jorge Drexler

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Sensación

Soledad sobre ruinas, sangre en el trigo rojo y amarillo, manantial del veneno escudo heridas, cinco siglos igual. Libertad sin galope, banderas rotas soberbia y mentiras, medallas de oro y plata contra esperanza, cinco siglos igual. En esta parte de la tierra la historia se cayo, como se caen las piedras aun las que tocan el cielo o estan cerca del sol. Desamor desencuentro, perdón y olvido cuerpo con mineral, pueblos trabajadores, infancias pobres, cinco siglos igual. Lealtad sobre tumbas, piedra sagrada, Dios no alcanzó a llorar, sueño largo del mal, hijos de nadie, cinco siglos igual. Muerte contra la vida, gloria de un pueblo desaparecido, es comienzo, es final, leyenda perdida, cinco siglos igual. Es tinieblas con flores, revoluciones y aunque muchos no estan, nunca nadie penso besarte los pies, cinco siglos igual...

León Gieco

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domingo, julio 18, 2004

La limosna

'Dale limosna mujer, que no hay en la vida nada como la pena de ser ciego en Granada'

Francisco Alarcón de Icaza


El ciego surgió al compás del lento atardecer. Granada era todo, la piel del calor ardía, sus pupilas murieron en él.
Y la guitarra rasgueando los primeros acordes, derretía la luz de su ciega retina.
Gitano su andar, su rostro, su voz; sonó el flamenco, esa prueba irrefutable del triunfo de la fusión mora y cristiana.
Como si Camarón cantara allí a Lorca la melodía de su futuro romancero.
Como si Alberti estuviera entrando en ese preciso momento a Granada, con De Falla y su piano de fondo.
El cantaor ciego no sabe mirar, ignora la belleza de su tierra. El cantaor sabe ver. Ve, sin desafinar demasiado, el destino de Al-Andalus en la perpetua eternidad.
Baila la bulería, canta la saeta, vuela la alegría, salta la malagueña, corre la sevillana. Castañuelas repiquetean, el baile nace en tango, muere en fandango y resucita en soleá.
Sus pupilas, decía, mueren en el fuego o el aire, que acaso son lo mismo ya, y penetran en él. La tibia melancolía los une a ambos y enlaza sus labios ardientes. En llamas, contemplan la belleza que duele, las cuerdas de nailon que sangran armonía. Sus vidas criollas, al servicio del rigor de la anacronía, desean ante todo la inmortalidad del momento, la lentitud del ritmo o la infinitud de aquellos tonos menores.

-'Ojalá la canción no terminara nunca'; -él le suspira en su cuello y se pierde en su pelo sudamericano y azabache. Sin hablar, se lo dice suavemente con la voz de su subconsciente o su alma, lo mismo da.
-'Vos sos irreal y no existís así que este momento no tiene final'; -ella le retruca después de haberlo oido. No se dicen nada, pero sin dudas el diálogo es.
La guitarra se calla y la canción fallece. El ciego se pasea vagamente con penas sin gloria, indiferente a la muerte de la canción. Busca el dinero en las mesas del bar, las propinas en las manos de sus clientes. Él, tras hundir su zurda en su bolsillo, le entrega unas monedas: -'Suerte hermano'; -le dice. La limosna es, más que una mera recompensa, más que una vana caridad; un ruego para que la auténtica música no se extinga de este planeta. El ciego alcanza a agradecerle y se pierde en el horizonte andalúz.

Andalucía, 18/07/04

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lunes, julio 12, 2004

Epílogo de la nostalgia

Hay un lugar, donde la nostalgia vive. Un lugar único, en el que cuando el alba nace, se siente ese olor a frío húmedo y cuando el ocaso yace, se escucha algún triste tango que inunda de angustia el horizonte de una urbe sin luz.
Donde en cada aurora algún Nonino dice Adiós a su mundo y deja un pedazo de vida, sin hacer caso al incesante violín que resuena en sus oídos.
Donde esas callecitas que tienen ese qué sé yo, sufren sin consuelo el fracaso albiceleste del vacío que dejan almas que sin nada llegaron y sin nada se van...
Donde rondan fantasmas de algún bandoneonísta piantao que mira al río más ancho y frustrado del mundo, o de algún escritor que luego de un paseo por otras tierras se animó a creer que ese lugar, era suyo, contándonos la historia de heroicos gauchos e indios.
Donde los senderos de Rivadavia y de Gaona se toman de la mano infinitamente y se enamoran de un tal San José, que peleando por su vida y la de otros, atraviesa los solitarios Andes, guiado por un sueño.
Donde algún polaco saltó por el escote de su amada enloqueciendo su corazón de libertad.
Donde la desolada puna roza nubes y palpa la interminable llanura que choca con el Sur del universo llamado Patagonia.
Donde un genio se preguntó si este país estuvo hecho porque si, mientras oía la cumparsita de los eternos jóvenes de ayer.
Esta noche, a lo lejos, en el escenario del mundo, un pibe llora en su porteña soledad por el imposible deseo de volver a su casa. Sus dilatadas pupilas y su garganta irritada de dolor no lo ahogan lo suficiente como para ocultarle la milonga que el pasado y el futuro bailan, silbando un firulete que derrite la fuerza de la esperanza, que sin consuelo grita, para que alguien se juegue por ella. Y siente como la dulce fiesta de las cosas más sencillas se está muriendo, ya no importa si la disqueria del barrio cerró, ya no importa si acaban con la vida de muchos, ya no importa si algunos llevan el caño a su sien apretando bien sus muelas, ya dejó de importar no sólo a dónde vamos, sino de dónde venimos y qué somos. Pisando nuestras pocas costumbres y ritos, abandonando nuestros gloriosos ríos y montañas; dejando de lado una utopía llamada patria, mientras se desangra esa imagen en una escuela, izando una bandera alta en el cielo...
El pibe se dispone a acabar con la tortura que su mente le profana y sueña con algún iluso joven que todavía respire esos buenos aires que se necesitan para dar fin a la vida de la nostalgia y grita...
...te quiero sur

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¿Qué es la moda?

Desde el punto de vista artístico una forma de fealdad tan intolerable que nos vemos obligados a cambiarla cada seis meses

Oscar Wilde

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Más sur-réalisme para Cassandra

Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente.

Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca.

Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.

Julio Cortázar, Instrucciones para llorar, Manual de instrucciones, 1962

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miércoles, julio 07, 2004

Daddy Longlegs of the Evening-Hope! by Salvador Dalí

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sábado, julio 03, 2004

Fragmento de 'Silla en la vereda'

"Llegaron las noches de las sillas en la vereda; de las familias estancadas en las puertas de sus casas; llegaron, las noches del amor sentimental de "buenas noches, vecina", el político e insinuante "¿cómo le va, don Pascual?". Y don Pascual sonrie y se atusa los "baffi", que bien sabe por qué el mocito le pregunta cómo le va. Llegaron las noches...Yo no sé qué tienen estos barrios porteños tan tristes en el día bajo el sol, y tan lindos cuando la luna los recorre oblicuamente. Yo no sé qué tienen; que reos o inteligentes, vagos o activos, todos queremos este barrio con su jardín (sitio para la futura sala) y sus pebetas siempre iguales y siempre distintas, y sus viejos, siempre iguales y siempre distintos también. Encanto mafioso, dulzura mistonga,ilusión baratieri ¡qué sé yo qué tienen todos estos barrios!; estos barrios porteños, largos, todos cortados con la misma tijera, todos semejantes con sus casitas atorrantas, sus jardines con la palmera al centro y unos yuyos semiflorecidos que aroman como si la noche reventara por ellos el apasionamiento que encierran las almas de la ciudad; almas que sólo saben el ritmo del tango y del "te quiero". Fulería poética, eso y algo más.Algunos purretes que pelotean en el centro de la calle; media docena de vagos en la esquina; una vieja cabrera en una puerta; una menor que soslaya la esquina, donde está la media docena de vagos; tres propietarios que gambetean cifras en diálogo estadístico frente al boliche de la esquina; un piano que larga un vals antiguo; un perro que, atacado repentinamente de epilepsia, circula, se extermina a tarascones una colonia de pulgas que tiene junto a las vértebras de la cola; una pareja en la ventana oscura de una sala: las hermanas en la puerta y el hermano complementando la media docena de vagos que turrean en la esquina. Esto es todo y nada más. Fulería poética, encanto misho, el estudio de Bach o de Beethoven junto a un tango de Filiberto o de Mattos Rodríguez. Esto es el barrio porteño, barrio profundamente nuestro; barrio que todos, reos o inteligentes, llevamos metido en el tuétano como una brujería de encanto que no muere, que no morirá jamás" [...]

Roberto Christophersen Arlt, Aguafuertes Porteñas, 1935

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