Olha...
é como o verão
quente o coração, salta de repente
para ver a menina que vem...
A J., que pide más posts de autor.Con un mes encima, esto de ser portero políglota resulta divertido. La cantidad de restaurants barceloneses, donde nunca comeré, que aprendí a recomendar en tan poco tiempo parece francamente exorbitante. Los estadounidenses parecen ser buena gente después de todo y a pesar de la clase progresista y americanofóbica de este país. A veces, eso sí, dan muchas ganas de pararles el carro con su acostumbrada necesidad de satisfacción inmediata mediante unos cuantos euros. Pero yo soy muy simpático y diplomático en inglés. Por otra parte, los ingleses, aplastante mayoría, son inglesamente correctos si tienen más de treinta años y si no ingieren cantidades considerables de alcohol. Dicen todo el tiempo
lovely. Y sonríen. A los italianos les caigo simpático automáticamente después de contestarles cómo me llamo. Los brasileros son los únicos latinoamericanos que viajan. Dejan mucha propina cuando distinguen mi acento paulista. Mi francés improvisado constantemente
ex nihilo está recogiendo sus frutos. Las palabras escondidas debajo de aquel empalagoso ruido que siempre quise entender están empezando a discernirse. El catalán lo uso cuando vienen los vecinitos del barrio del Eixample a pasar sospechosamente una única noche a eso de las cuatro de la mañana. Y el castellano para uso interno entre la plantilla de la recepción, botones y camareros, repartida entre cubanos, argentinos, e hijos de andaluces de la periferia de la ciudad. Alguna salida rentable tenía que tener este yo mío fragmentado en tantas naciones. Las noches se van dulcemente solitarias entre lecturas extra-académicas, cafés, blogs, el bendito messenger, traducciones por encargo, y una novela que va dejando escribirse. El café americano me lo cruzan del bar de enfrente, del cual por supuesto todo el personal de recepción es fiel
habitué. Lo llevan una pareja muy simpática, un cheff genovés y una camarera porteña que me miman
in extremis. La musiquita de diseño súper cool y mega fashion está empezando a irritar mis oídos. Cuando suena Gotan Project llega la recompensa. Este mes la biblioteca se apiadó de mi condición de
estudiante inmigrante pluriempleado voluntariamente explotado por más de doce horas por día y me dio vacaciones. No pagas, por supuesto. En agosto volveré a dicha condición naturalmente infrahumana. Contra todo pronóstico, a pesar de mi inevitable y ya antonomásica impuntualidad, los señores académicos de mi Universidad tomaron la decisión de renovarme la beca por otro año más y con el detalle de ascenderme en el ranking de los becarios a la cuarta posición. He dejado mi etapa de trabajos
cuasi-precarios para ser un nerd que ha escalado en la pirámide social. Gracias a semejante acontecimiento, podré dejar la biblioteca de medicina para empezar a trabajar en la de letras donde estudio. En septiembre dejo Sants para irme a vivir a un pequeño loft compartido con
Juliette, en el centro, a la parte antigua de la ciudad, en el barrio del Raval. Todo sea por otro año más en esta ciudad inacabablemente hermosa y por un viaje que estuve postergando deliberadamente durante mucho tiempo.
Etiquetas: autobiográficas