Entremés sobre el crecimiento precoz
Son las tres de la tarde del sábado. La terraza del patio de comidas del lugar en donde trabajo está tranquila. Sólo hay dos damas tomándose su cortadito a punto de ir a ver el tercer episodio de Un tal Lucas en el cine de al lado. Se acerca una familia, él y ella con sus dos nenitas. Me acerco a atenderlos y me doy cuenta de que son argentinos, nada raro en estos pagos, pero sopresivamente sus hijas ya habían adquirido el acento español.
- Hola, sí, queríamos cuatro cucuruchos de dulce de leche y chocolate.
- Enseguida se los traigo.
Mi compañera colombiana hace el pedido y lo decora de una manera magnífica. Cuando regreso a la mesa para servirlo, él me dice con un tonito porteño que se huele desde la Península Valdés:
-¿De dónde sos, che?
-De Buenos Aires.
-Ah, ¿de qué calle?
Pregunta pedante si las hay.
-Cangallo y Necochea. Pero no vivía en Capital.
-Ah, ¿no?
-No, soy de Ramos Mejía
-¡Ah! ¡Eso ni siquiera es Buenos Aires!
Sonreí amablemente con mi cara diplomática que acepta los rastros de unitarismo que todavía quedan en algunas personas. La charla prosiguió con la típica pregunta que se hacen los argentinos, y por extensión los inmigrantes, cuando se conocen en España.
-¿Y hace cuánto tiempo estás acá?
-Tres años, ¿y ustedes?
-Cuatro. ¿Y trabajás todos los días?
-No. Sólo los fines de semana, porque el resto de los días voy a la facultad.
-Ah, ¿y qué estudiás?
-Letras.
-¿Letras? ¿Y te viniste hasta acá a estudiar eso? Mirá que eso es raro...
-No, en realidad vine con mis viejos cuando era más chico, terminé el secundario y ahora estoy estudiando una carrera.
-Ah, pero ¿cuántos años tenés vos?
-19, señor.
-¿19? No te puedo creer, yo te daba 23.
Hasta acá, todo bien. Hay personas que ya me han dado 25 y lo tengo asumido, pero la mujer intervino:
-Yo te daba veintipico largos. Inclusive te iba a preguntar si tenías esposa e hijos.
Sonreí amablemente otra vez y dejé la cuenta sobre la mesa. Me estoy empezando a asustar. Creo que me voy a afeitar este candado¹ de una vez por todas.
Candado¹: Perilla de la barba.
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